Ezequiel 2:2
Y luego que me habló,
entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies,
y oí al que me hablaba.
Hijo de hombre, frase que
en el libro de Ezequiel aparece 87 veces y que sólo fue aplicado a
Ezequiel y una sola vez a Daniel, indica tu pequeñez, como ser humano frente a
la Gloria de Dios.
Pero, a ese frágil hombre
viene el Espíritu.
La
palabra hebrea que puede traducirse, según los contextos, por viento que
sopla con fuerza, aliento vital, espíritu, y la acción misteriosa de
Dios que comunica la inspiración profética y transforma radicalmente el
interior del hombre se refiere a la persona del Espíritu Santo.
Es así que el vocabulario de Ezequiel hace
resaltar el ímpetu con que el Espíritu de Dios lo invade:
lo hace entrar en éxtasis (3.24),
lo levanta (3.12; 8.3),
lo traslada de un lugar a otro,
o se le manifiesta como la fuerza que penetra
dentro de los cuerpos inanimados para darles vida (37.5).
Ponerse “Sobre los pies” es la actitud adecuada
cuando el profeta es llamado a caminar y trabajar por Dios.
Si tienes el llamado de Dios, debes ponerte de pie y
avanzar en su propósito.
Levántate, ¡comienza ahora!
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