domingo, 28 de septiembre de 2008

Sexo, ¿de quién fue la idea?

No hay mayor confusión en nuestro mundo actual que en torno a todo lo relacionado con nuestra sexualidad como seres hechos a imagen de Dios.

La anarquía y desorientación sobre este tema aumenta día a día ya que cualquiera opina sobre su “sexualidad” y sin vergüenza publica a los cuatro vientos sus “deseos y prácticas”.

En primer lugar, debemos aceptar que el gozo y el poder de la relación sexual dentro del matrimonio ofrecen una riqueza ilimitada a una pareja en su unión. Así que a Dios no le sorprende que el sexo sea una fuerza tan fuerte y obligatoria en la experiencia humana. ¿Te sorprende a ti?

La maravilla creadora del genio de Dios, no sólo le dio al hombre la extraordinaria capacidad de reproducirse, sino que también le otrogó el privilegio de usar su sexualidad (siempre dentro del matrimonio) para el placer y profundizar la relación humana más íntima y deseable: la que existe entre esposo (hombre) y esposa (mujer).

Pero, atención!!! El mismo poder dinámico del sexo dado por Dios sirve exactamente para todo lo contrario: destruir el matrimonio y la familia cuando de manera desobediente se le da rienda suelta fuera del vínculo matrimonial.

Repetimos: se destruye el matrimonio y la familia practicando el sexo fuera del matrimonio.

Sólo usando las Sagradas Escrituras (Biblia) como guía, comprenderemos el orden de Dios respecto a nuestra sexualidad. Para entender esto, se debe empezar con la creación del hombre, en el huerto del Edén.


Preguntas duras

Para comenzar el debate, ponemos a consideración, de quien quiera pensar en serio y con inteligencia sobre la sexualidad, algunos interrogantes que han servido para el estudio y análisis previo de la sexualidad. Una vez respondidos, nos ayudarán a entender que la idea del sexo viene de Dios, pero no en el sentido con el que hoy se pretende.

Dios colocó al hombre en el planeta con un propósito definido, ¿usted lo sabe?

Con respecto al género, ¿quién lleva la imagen de Dios?, ¿cómo influye eso en la comprensión de Dios de nuestras necesidades humanas como hombres y mujeres?

¿Cuál fue el primer mandamiento de Dios a la primera pareja en Génesis 1.28? ¿Ha anulado Dios este mandamiento en alguna parte de la Biblia? ¿Qué revela el mismo acerca del propósito básico y la responsabilidad de la sexualidad humana?

Ahora lea Génesis 2.7–25. ¿Cuáles son las dos razones que se dan en el versículo 18 para la creación de la mujer? ¿Por qué Dios creó un compañerismo entre un hombre y una mujer?

Génesis 2.25 revela una actitud acerca del cuerpo humano. ¿Cómo respondieron el hombre y la mujer a la desnudez de cada uno y de su compañero? ¿Piensa que Dios tiene la misma actitud hacia el cuerpo humano?

Lea Génesis 3.7. ¿Cuándo llegaron el hombre y la mujer a estar conscientes de su desnudez? ¿Qué motivó esta respuesta? ¿Fue esta turbación parte de la creación original de Dios?

Con la entrada del pecado en la experiencia humana se produjo una ruptura en la intimidad y la autoconciencia de la diferencia sexual entre el varón y la mujer. ¿Cómo continúa el pecado erosionando las relaciones íntimas entre los cónyuges incluso en la actualidad?

Algunos han enseñado, erróneamente, que el pecado del hombre y la mujer está relacionado con el descubrimiento de su intimidad sexual. ¿Cuál pecado trajo destrucción al mundo? ¿Piensa que la cuestión fue comer de una fruta o algo mayor?

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martes, 23 de septiembre de 2008

El silencio de los inocentes

Desde hace varios años vivimos azorados las dificultades que tienen los adolescentes para la expresión oral y escrita. Pobreza del vocabulario, problemas en la gramática y en la ortografía, la incorporación de palabras extranjeras y otras “yerbas” en su comunicación.


Estamos hablando de algo más que un vocabulario reducido; de una señal que va más allá del uso extendido en el chat y en los mensajes de textos de expresiones como “TKM” en vez de “Te quiero mucho” o las famosas frases como “todo bien”, “súper”, “bárbaro”, “perfecto” o “nada”, para pronunciar lo que sienten y lo que piensan.


La hostilidad verbal que existía en los adolescentes de ayer ha desaparecido, hoy la sustituyen las pocas palabras, la indiferencia y la incomunicación. O en el peor de los casos, responden a su inconformidad con agresión física. Sin mediar palabras, sólo se miran y luego se trenzan a golpes. Lo observamos en escuelas, lugares nocturnos o en zonas en las que se citan sólo para enfrentarse físicamente.



 El efecto de la palabra vacía


 Nos preguntamos: ¿Por qué ellos pasan del sentir a la acción, y no del sentir a la palabra? ¿Será que el pensamiento sin la mediación del concepto los condiciona a un lenguaje elemental y a la agresión física? ¿Por qué usan tan pocas palabras en su vocabulario?


En ámbitos psicológicos europeos se usa la noción de alexitimia, para referirse a la dificultad para nombrar las emociones, ausencia que empobrece el lenguaje que toma carácter formal y sin afecto. En consecuencia, se dice que se produce un vacío en la comunicación, la palabra queda sin contenido, se origina la vacuidad de la palabra, el mensaje usado queda hueco y con un sin-sentido.


Es así que los adolescentes optan por usar más el gesto o la agresión física, que lo verbal. Son adolescentes de muy pocas palabras.


  

La palabra que enmascara la verdad


     Y, lo más increíble en términos de posmodernidad, es que al parecer, los adolescentes aprenden que la palabra puede ser usada para ocultar la verdad. Para ellos, la palabra es explotada por los adultos para disimular la sinceridad.


¿¿¿Queeeé??? Sí, los adolescentes están observando que los adultos usamos la palabra para enmascarar lo que verdaderamente es. Por eso, la palabra les resulta oscura y no la quieren usar. Ese bloqueo para usar la palabra ¿es entonces culpa de nosotros, los adultos?


“Los jóvenes están cansados de oír palabras huecas, repetidas, huidizas, y muchas veces con doble sentido o con hipocresía. Entonces, renuncian al lenguaje hablado y privilegian el movimiento de sus cuerpos y de las imágenes, la palabra tendría que recuperar su valor ético...” comenta el autor teatral Carlos Gorostiza.


Obviamente, también existen otros factores que influyen, como la televisión metiche que entró sin pedir permiso a los recintos más privados de nuestro hogar: el dormitorio, el living, el comedor, y no dejó espacio para la palabra hablada entre los integrantes de la familia.

            Igualmente, influyó en el silencio de hoy, la gran cantidad de tiempo que muchos adolescentes habían vivido en soledad cuando eran pequeñitos. Por muchas causas se quedaron solos, como ser ausencia de los padres por trabajo. Al permanecer solitarios desde la primera infancia, se acostumbraron al silencio y no adquirieron la práctica para compartir el diálogo y se encerraron en su mundo.

  


Quién habla demanda compañía


     Jean-Paul Sartre, filósofo, escritor y dramaturgo francés, dijo que la palabra sacia a quién la pronuncia en cuanto puede dar nombre a la realidad, lo que le produce una verdadera revolución o catarsis al sentir que su alma se aquieta y se purifica.


Adán, el primer hombre, creación directa de Dios, según la Biblia en Génesis 2:20, “puso nombres a toda bestia  y ave  de los cielos, y a todo animal  del campo...”. Y, fue allí, que Adán, en su soledad, al colocarles nombres a estos seres vivos, reconoció el mundo que lo rodeaba y por supuesto, su propia identidad. Y, lo más importante, se dio cuenta que le faltaba algo, una compañía a su altura. Al final del mismo versículo, nos dice “pero entre todos ellos (los animales) no había para Adán ayuda, semejante a él”. Entonces, Dios creó a su compañera: Eva.


La palabra implica presencia directa, quién habla demanda compañía. “Sólo los locos hablan solos” reza el proverbio antiguo. Se necesitan por lo menos dos para entablar un diálogo. Quién habla exige la presencia de otro.


Lamentablemente, la prisa con que vivimos no nos permite hablar ni escucharnos. Corremos y nunca hacemos tiempo para dialogar.

 


Los adolescentes dan sentido a su silencio


     Cuesta encontrar expresiones para decir que algo es bueno o malo, se nos empuja a opinar sobre lo que se conoce poco, no se nos permite decir “no lo sé”, cuando ignoramos algo, es como si todos debiéramos saber de todo. En este extremo se pretende agotar todo significado.


Los adolescentes callan y dan sentido a su silencio,  se niegan a emitir opiniones o a discutir cuando consideran que un discurso está vacío de significado, que el que usa la palabra la utiliza de la boca para afuera, no lo vive.


Y ni hablar de los adolescentes marginados. Los que se drogan, los que contrajeron sida, los que viven en la calle, los que pertenecen a familias disfuncionales, los que no pueden estudiar, los que no tienen posibilidades de trabajar, los que son abusados. Ellos viven en un contexto vacío que los coloca en una exclusión total, que los silencia.


Alguien dijo que hay sólo hay dos situaciones en las que hay que callar: ante una verdad evidente y ante una absoluta estupidez.

 

 

Sustitutos de la palabra

 

Lamentablemente, los adolescentes han reemplazado la palabra vacía de los significados que le dan los adultos, por otro lenguaje de su preferencia; un lenguaje inventado:


Número 1: El mundo de las imágenes. Sino, miren el fenómeno de los Fotologs y el éxito de Youtube, sitios privilegiados de adolescentes en donde ven y suben “de todo”.


Número 2: El mundo de la música que generalmente la escuchan a muy alto volumen para tratar de escaparse de la realidad aplastante. Existen estudios en los que se ha demostrado cómo el impacto de fortísimas ondas sonoras hace entrar a los adolescentes en estados alucinatorios. Aquí, la música funciona no sólo como rebeldía o subversión de la autoridad, sino búsqueda de placer, represión y olvido, una auténtica “amnesia social”. Miren a su alrededor la cantidad de reproductores mp3, los mp4, los ipod, los celulares usados no para comunicarse sino para encerrarse en sus auriculares, escuchando “sus sonidos”.


Otro fenómeno es ver a muchos adolescentes participando en nuevas formas de protesta como las marchas de silencio para reclamar Justicia en casos de abusos del poder. Estas marchas reemplazan la palabra por la presencia y el compromiso, todo en silencio.

 

Para cambiar esta actitud de los adolescentes y revertir la incredulidad de los jóvenes hacia la palabra de los adultos, debemos cuidar lo que decimos, cuidar nuestra palabra.


Cada uno dará cuenta de cada palabra ociosa; debemos hablar verdad los unos con los otros; debemos enseñar y practicar: el no mentir; el no engañar, el no fingir y cuando prometemos algo, cumplámoslo.


Recuperemos el valor de la palabra, los adolescentes y nosotros mismos lo necesitamos.


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