lunes, 11 de junio de 2012

A la cena, sin excusas


Luc 14:15 
Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse.
El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses.
Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses.
Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.  Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.

En Palestina, cuando se hacía una fiesta, se fijaba la fecha con mucha antelación y se mandaban las invitaciones para que se dijera si se aceptaban. Pero no se decía la hora; así es que, cuando llegaba el día y todo estaba preparado, iban los siervos a avisar a los invitados. Era un grave insulto el haber aceptado la invitación y luego no asistir.

El dueño de la casa de la parábola representa a Dios. Los convidados originales eran los judíos. A lo largo de toda su historia habían estado esperando el día en que Dios interviniera; ese día había llegado, y ellos rechazaron la invitación. Los pordioseros y minusválidos de la calle representan a los publicanos y pecadores que recibieron a Jesús, mientras que los religiosos los rechazaron. Los de los caminos y las sendas del campo eran los gentiles, para los que había sitio en la fiesta de Dios. Belgel, el gran comentarista de tiempos de la Reforma, dice: «Tanto la naturaleza como la gracia aborrecen los vacíos.» Así que, cuando los judíos no acudieron a la invitación de Dios, la recibieron los gentiles.

¿Justificar la persecución religiosa? Fuérzalos a entrar, se tomaba como una orden para hacer cristianos a la fuerza, y como la razón para la Inquisición, las torturas, los autos de fe, las campañas contra los herejes, el bautismo o la muerte para los vencidos en supuestas guerras santas, etcétera, etcétera, cosas que son la vergüenza de la llamada civilización cristiana. En el Reino de Dios no existe más que una obligatoriedad: la del amor.  

VEAMOS LAS EXCUSAS:

1 - INVERSIONES, DINERO, NEGOCIOS, Esto sucede cuando dejamos que los negocios usurpen los derechos de Dios. Es posible estar tan inmerso en las cosas de este mundo que no se tiene tiempo para dar culto a Dios, ni aun para orar.

2 - NOVEDADES DEL MUNDO: Esto es dejar que las novedades usurpen los derechos de Cristo. Sucede a menudo que, cuando se entra en una nueva situación se está tan absorto que no se tiene tiempo para ir a la iglesia, ni para orar. Es peligrosamente fácil que algo nuevo, como un juego, película, o un hobby, o un amigo, o un novio, desalojen de nuestro horario los deberes espirituales.

3- LAS COSAS BUENAS El tercer invitado dijo, más enfáticamente que los otros: «Acabo de casarme. Comprenderás que no puedo ir.» AT «Cuando alguno fuere recién casado, no saldrá a la guerra, ni en ninguna cosa se le ocupará; libre estará en su casa por un año, para hacer feliz a la mujer que tomó» (Deu. 24:5). Una de las tragedias de la vida es que las cosas buenas hacen que nos olvidemos de Dios. No hay nada más maravilloso que el hogar; pero con Dios; es aún más maravilloso cuando los que viven en él se acuerdan de que también son miembros de la familia y de la casa de Dios.

Debes considerar que los versículos 1 a 24 tratan de fiestas y banquetes. Jesús comparaba su Reino y su servicio con una fiesta. El Reino se parecía a la ocasión más feliz que se conocía en la vida. No cabe duda en el Evangelio la pasamos bien. ¡SOMOS FELICES!

Pero, siempre ha habido un "tipo" de cristianismo que le quita toda la gracia a la vida. Juliano hablaba de esos cristianos paliduchos y con pecho de tabla que nunca veían que el sol brillaba también para ellos.
Tenemos que tener presente que Jesús pensaba en el Reino como una fiesta.
Un cristiano desagradable y sombrío es un monstruo de la naturaleza.
Al cristiano no se le prohíbe ningún placer sano, porque para él la vida es una fiesta de bodas.
Lo triste en la historia es que muchos serán excluidos de esta fiesta; No gustará mi cena.

Pero, aún hoy Él sigue llamando:

Apoc. 3:20  
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.


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