Tenemos señales externas que nos enseñan a actuar.
Cuando tienes hambre, comes.
Cuando tienes sed, bebes.
Cuando tienes frío, te abrigas.
Y, así.
Pero hay una señal interna que no debes pasar por alto: EL VACÍO INTERIOR.
Todos tenemos esa falta de algo que sé que no puedo explicar que me falta.
Produce tristeza, desgano, soledad y un sentimiento de no hallarse en ningún lugar.
San Agustín dijo que el vacío interior tiene la forma de Dios.
Y, es cierto.
Si sientes este vacío no dudes en buscar a Dios.
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Asi clama por ti, oh Dios el alma mia. Mi alma tiene sed de ti, del Dios vivo.
SALMOS 42:1-2
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