2 Corintios 2.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,
4 el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.
5 Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo.
6 Pero si somos atribulados, es para vuestro consuelo y salvación; o si somos consolados, es para vuestro consuelo, que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos.
7 Y nuestra esperanza respecto de vosotros está firmemente establecida, sabiendo que como sois copartícipes de los sufrimientos, así también lo sois de la consolación
Nuestro Dios es Dios de toda consolación.
Hay crisis y tribulaciones que alguien puede consolarnos pero no en todas.
En las más profundas, dolorosas y fuertes, sean tribulaciones que afecten lo físico, psicológico o espiritual estaremos solos.
Y allí, sabremos que sólo Dios puede consolarnos en toda tribulación.
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