jueves, 8 de agosto de 2013

La nube y el fuego ahora están en nuestro corazón

Jehová iba delante de ellos, 
de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, 
y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, 
a fin de que anduvieran de día y de noche.  
Nunca se apartó del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche
Éxodo 13:21-22.

El Fuego se reveló a Moisés desde la zarza, y luego descendió sobre el Sinaí en medio de truenos y relámpagos en una espesa nube.

Era la presencia de Dios que no se apartó de Israel en el desierto.

Por la noche, era un resplandor de fuego pero durante el día se apareció como una nube oscura en contraste con la luz del sol.

Los profetas hablaron de la luz que irradiaba de la nube (Isaías 60:1, 19; 9:2; Salmo 27:1).

"El pueblo que andaba en tinieblas  vio gran luz; a los que moraban en tierra de sombra de muerte,  luz resplandeció sobre ellos" (Isaías 9:2).

"¡Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti!" (Isaías 60:1).

"El sol nunca más te servirá de luz para el día  ni el resplandor de la luna te alumbrará,  sino que Jehová te será por luz eterna y el Dios tuyo será tu esplendor" (Isaías 60:19).

Jesús, la luz del mundo, nos envió al Espíritu Santo para que esté en nosotros, todos los días hasta el fin del mundo.

Hoy es tiempo de disfrutar su presencia.



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