Jehová
iba delante de ellos,
de día en una columna de nube para guiarlos por el
camino,
y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos,
a fin de que
anduvieran de día y de noche.
Nunca se
apartó del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego
durante la noche
Éxodo
13:21-22.
El Fuego se
reveló a Moisés desde la zarza, y luego descendió sobre el Sinaí en medio de
truenos y relámpagos en una espesa nube.
Era la
presencia de Dios que no se apartó de Israel en el desierto.
Por la
noche, era un resplandor de fuego pero durante el día se apareció como una nube
oscura en contraste con la luz del sol.
Los
profetas hablaron de la luz que irradiaba de la nube (Isaías 60:1, 19; 9:2;
Salmo 27:1).
"El
pueblo que andaba en tinieblas vio gran
luz; a los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos" (Isaías
9:2).
"¡Levántate,
resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre
ti!" (Isaías 60:1).
"El
sol nunca más te servirá de luz para el día
ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz eterna y el
Dios tuyo será tu esplendor" (Isaías 60:19).
Jesús, la
luz del mundo, nos envió al Espíritu Santo para que esté en nosotros, todos los
días hasta el fin del mundo.
Hoy es
tiempo de disfrutar su presencia.
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