domingo, 5 de enero de 2014

EL AYUNO EN LOS TIEMPOS DE CRISIS

 

Estrés, vidas agitadas, prácticas erróneas, experiencias perturbadoras, propósitos frustrados, utilización de frases hechas vacías de significación en enseñanzas muertas, y tantas otras cosas semejantes, nos alejan cada vez más -sin que nos demos cuenta- de lo que Dios quiere para nuestras vidas.

Si a esto le sumamos el predominio de la razón que se manifiesta con dichos tales como "yo sé más que Dios" o "me basto a mí mismo", se obtiene una lapidaria imagen de un cristiano derrotado por sus pasiones carnales que lucha sin armas efectivas para salir de una avasalladora crisis espiritual y por ende, crisis moral, económica, política y social.

Los cristianos de América Latina, y de otros países similares, debemos detenernos a pensar seriamente en la situación que viven hoy nuestras naciones y, desde la Iglesia, aportar lo necesario para que la voluntad de Dios prevalezca y el Reino se establezca en nuestras vidas.

¿Cómo vives hoy? ¿Hay poder de Cristo en ti para vencer paso a paso la profunda crisis que padecemos? ¿Pensaste que no hay salida? Bueno, si piensas que no, ¡te equivocas! ¡Sí, hay salida! En Dios siempre la hubo. Desde el comienzo de la vida. Sólo hay buscarla por los canales correctos. Dios nunca falla. Aunque nosotros fuéremos infieles, Dios permanece fiel.

Te propongo que consideres algo que tal vez desechaste o que nunca lo practicaste, o, peor aún, quizás ya lo practicaste, pero no dio resultado. El ayuno. Pero no el ayuno religioso, el de los fariseos. Tampoco el del fanatismo pentecostal. Sino el escogido por Dios, el ayuno en los tiempos de crisis.


El rol de los alimentos en la Biblia
Desde tiempos remotos, el hombre recibió leyes exactas con relación a los alimentos que debía consumir. Primeramente, era basado en verduras, después se incluyeron carnes. Se destacan como alimentos puros: frijoles, lentejas, cebollas, uvas, higos y dátiles. También utilizaban pepinos, melones, puerros y pescado. Desde los días de los patriarcas, los judíos preparaban banquetes para sus amigos, donde el plato principal lo constituían la carne de cabritos y carneros.
En Génesis, Dios prohibió una fruta en particular y también la ingestión de sangre o animales muertos por asfixia. Y por la Ley se discriminó los alimentos en puros e inmundos, castigándose severamente a quien consumía los alimentos prohibidos. Los judíos observaron esto muy celosamente, tanto es así que en los tiempos de Jesús estas costumbres aún estaban vigentes. Cristo rechazó todo fanatismo en este sentido "... ¿No entendéis que todo lo de afuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos" (Mr. 7:18,19).
La naciente iglesia primitiva también tuvo que luchar contra esas costumbres por lo que se reunieron en el Concilio de Jerusalén dejando claro que los nacidos de nuevo eran totalmente libres de los rudimentos de la Ley judía.
(Hechos 15:28, 29) - "Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis".

El maná que sacia el hambre
El hambre es la sensación interna causada por la necesidad o el deseo de comer. Es la insatisfacción de la necesidad de comer por carencia de alimentos. En los tiempos bíblicos, la escasez general de alimentos causada por sequías, plagas, saqueos, sitios, etc., eran consecuencias de la maldición del pecado del hombre. ¿Nunca te preguntaste por qué pasas hambre? Digo esto porque el hambre muchas veces fue un castigo enviado por Dios para mostrar su desagrado y llamar a su pueblo al arrepentimiento.
(Amós 4:6,7) - "Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová".
En Jeremías 14 y otros pasajes, la Biblia establece una relación entre obediencia y prosperidad; y, entre desobediencia y escasez. El hambre y la abundancia están en las manos de Dios. El hambre nos recuerda nuestra dependencia absoluta del Creador y Sustentador. De esto también escribió Job.
(Job 6:7) - "Las cosas que mi alma no quería tocar, son ahora mi alimento".
Debemos considerar también qué significa, en la Biblia, el pan. En Génesis 3:19, "Con el sudor de tu rostro comerás el pan...", indica al pan como símbolo de todos los alimentos necesarios para el hombre. Recién en Génesis 18:1 al 8 aparece el pan basado en flor de harina. Los hebreos usaban pan de cebada, de trigo y era común la preparación de pan basado en harina de varios cereales.
Por otra parte, no debemos ignorar que el Maná, fue el pan del cielo, que Dios proveyó milagrosamente, cada día durante cuarenta años, a los israelitas en su peregrinación por el desierto. Era redondo, de color blanco, y su sabor era "como de hojuelas con miel" (Éxodo 16:31) o aceite nuevo (Números 11:8). El salmista lo llama "trigo de los cielos" (Sal 78:24), pan de nobles, literalmente pan de poderosos o, quizá, pan de ángeles. Pablo en 1 Corintios 10:3 lo llama "alimento espiritual".

(Deuteronomio 8:3) - "... te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre". (Ver también el Salmo 119 y Mateo 4:4).

En el sentido espiritual, las Escrituras nos revelan que el estudio de la palabra de Dios y su puesta en práctica es el nuevo maná que nutre a los creyentes. En 1 Pedro 2:2 se declara que la palabra de Dios es tan esencial para el cristiano como lo es, la leche, para un recién nacido.

La costumbre antigua de ayunar
Durante la Ley, los israelitas ayunaban en el Día de la Expiación (Levítico 16:29) - "Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural, ni el extranjero que more entre vosotros". (Afligir era sinónimo de ayunar)
La costumbre se extendió y hubo quienes lo practicaron rigurosamente, como por ejemplo una secta judía que se dedicaba a la docencia, promovía el desarrollo de la religión y vivía apartada de lo inmundo: los fariseos. Ellos ayunaban cada lunes y jueves (Lucas 18:11-12) - "El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces por semana, doy diezmos de todo lo que gano".
Sin embargo, no todo era formalismo hueco y vacío, carente de toda espiritualidad. Existieron personas que se aislaron voluntariamente para buscar sinceramente las verdades de Dios, en ayuno y oración. Por ejemplo, Ana, una profetisa, de avanzada edad, que luego de quedar viuda - sólo estuvo casada siete años - se dedicó al ayuno y a la oración. Dios mostró a los ojos cansados de Ana: la esperanza de Israel, el Mesías, cuando acababa de ser dedicado en el templo. (Lucas 2:37) - "y era viuda hacía ochenta y cuatro años; no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones".

Jesús y el ayuno
Antes de comenzar su ministerio público, Jesús dio el ejemplo, ayunó según la voluntad de Dios. El Espíritu Santo lo llevó al desierto:
(Mateo 4:2,3) - "Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches tuvo hambre. Y vino el tentador, y le dijo; Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan". Entonces resistió al diablo, el tentador, utilizando la exacta y completa Palabra de Dios, alcanzando así la victoria sobre las mismas tentaciones ante las cuales sucumbió Israel en el desierto, en tiempos de necesidad.
Igualmente Jesucristo nos dio algunas claves para entender la esencia del ayuno. Nos enseñó que todas las formas de autonegación deben ser secretas, sin publicidad y exhibicionismo. El ayuno es sólo para Dios. El ayuno escogido por Dios no es ascetismo religioso. La doctrina del ascetismo impone al hombre una vida rigurosamente austera, dedicada a la perfección espiritual, con renuncia de los bienes terrenales.
(Mateo 6:16-18) - "Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará en público".
Jesús nos dejó otra lección sobre el ayuno. Cuando los discípulos de Juan el Bautista, que ayunaban como los fariseos, le preguntaron intrigados por qué sus seguidores -los discipulos de Jesús- no ayunaban. Él respondió a la cuestión del ayuno mostrando básicamente su total autoridad sobre las prácticas meramente religiosas. El Hijo de Dios vino a ofrecer una vida nueva, de fe, y no a remendar un obsoleto, frágil y desgastado sistema religioso. La presencia de Jesús junto a sus discípulos era motivo de gozosa celebración, y no de luto como sugiere el ayuno. Además, muestra cómo el ayuno falla cuando no tiene las especificaciones de Dios. Sin embargo, no canceló el ayuno, dijo que ayunarían cuando el no estuviere.
(Mateo 9:15) - "Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado; y entonces, ayunarán".

Por el despojo de nuestros deseos obtenemos revelación
En nuestro cuerpo hay órganos especializados que nos permiten percibir los estímulos de los objetos exteriores, a través de los cinco sentidos. La vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto, en general, otorgan placer a nuestro cuerpo. Porque el hombre carnal da prioridad a la satisfacción de sus necesidades físicas. Necesidades egoístas que van más allá de lo necesario.
En cierta manera, al ayunar, nos despojamos del uso habitual de nuestros sentidos. Nos deshacemos voluntariamente de los alimentos. Así, el comer, que nutre con todo lo necesario al cuerpo, y que también resulta un placer; es dejado en segundo plano con el objetivo de estar con Dios. El ayuno nos enfoca en la meta espiritual más urgente y necesaria. Ayunamos para recibir sus divinos designios, es decir lo que Él nos quiere revelar conforme a su voluntad y a sus planes.
El relato bíblico puntualiza que muchos hombres, elegidos por Dios, ayunaron para recibir notable revelación celestial. Revelación que resultó de bendición personal y nacional.
Veamos algunos ejemplos: El patriarca Moisés fue uno de ellos. Ayunó mientras recibió los preceptos del pacto mosaico, conocidos como los diez mandamientos, como la ley que constituye la instrucción básica para el pueblo de Dios.
(Éxodo 34:28) - "Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches, no comió pan, ni bebió agua; escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos".
Así también, el profeta Daniel, en respuesta a su ayuno y oración, recibió la revelación de las denominadas "Setenta semanas", que es un clave plazo profético asociado con el pueblo de Daniel, los judíos y la ciudad santa de Jerusalén. Esta profecía pone un marco de tiempo para la promesa mesiánica que se extiende desde los días de Daniel hasta el establecimiento del reino milenario o milenio.
(Daniel 9:3) - "Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza".
En respuesta a esta disposición, Dios le mostró a Daniel que los juicios para purificar a Israel terminarían y su aceptación del Mesías le traería justicia perdurable.
(Daniel 9:21 y 22) - "Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento".
También Elías, el profeta de fuego, ayunó en un momento crucial de su vida. Elías, después de derrotar a 450 profetas de Baal que habían desafiado al Dios de Israel, escapaba de Jezabel, una reina enemiga, quien lo perseguía para matarlo. El cansado profeta deseó morir, se sintió solo y se quedó dormido. Un ángel lo despertó y le dio comida.
(1 Reyes 19:8) - "Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios".
Luego de estos cuarenta días de ayuno, vino a él palabra de Jehová, en el mismo lugar donde Dios se reveló a Moisés.
(1 Reyes 19:15 al 18) - "Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino,... ungirás a Hazael por rey de Siria. A Jehú... ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. Y el que escapare de la espada de Hezael, Jehú lo matará, y el que escapare de Jehú, Eliseo lo matará. Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron".
Con esta triple orden, el Señor dio a Elías aliento y dirección precisa, con relación a lo que debía hacer. Si bien, Elías se compadeció a sí mismo, Dios no lo rechazó, mas le abrió el camino de su retiro, con una promesa de victoria sobre los enemigos.

La efectividad del ayuno urgente, sometido a la voluntad de Dios
Un ejemplo singular de la utilización del ayuno en tiempos de crisis y circunstancias peligrosas, lo encontramos en el libro de Ester. Aquí, el ayuno colectivo, ayudó a lograr una estupenda salida ante una inminente amenaza de destrucción y muerte.
En el siglo V a.C., muchos judíos estaban aún en Babilonia, pese a que habían sido declarados libres para regresar a Jerusalén. En ese entonces el rey Asuero, manipulado por Amán, la segunda figura del reino, decretó la aniquilación de todos los judíos. Entonces, al enterarse de su inminente destrucción, los judíos ayunaron.
(Ester 4:3 y 16) - "Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos".
Dios utilizó a Ester, una bella judía huérfana que se convirtió en la esposa oficial del rey Persa Asuero, para salvar a los judíos. Estando en la residencia del rey, Ester le encomendó a Mardoqueo, un líder judío que la había educado: "Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día: yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco que perezca".
Y efectivamente, Dios atendió rápidamente el pedido y actuó en consecuencia. No solamente libró a los judíos del exterminio sino que los colocó en los primeros lugares de la sociedad de ese tiempo. El ayuno no sólo transformó su dolor en alegría, sino también su desprecio en honra, y en lugar de ser exterminados fueron multiplicados.
(Ester 8:16) - "y los judíos tuvieron luz y alegría, y gozo y honra,... y muchos de entre los pueblos de la tierra se hacían judíos, porque temor de los judíos había caído sobre ellos".

El ayuno finalizó recién cuando la urgencia se resolvió. Se instituyó la Fiesta de Purim para conmemorar la salvación del pueblo escogido.
(Ester 9:31) -"... según les había ordenado Mardoqueo el judío y la reina Ester, y según ellos habían tomado para sí y sobre su descendencia, para conmemorar el fin de los ayunos y de su clamor".
Amán, no sólo fue el enemigo de Mardoqueo sino también el instigador de la persecución a los judíos. Su final, la horca. En cambio Mardoqueo se convirtió en el primer ministro del imperio persa.
(Ester 10:3) - "Porque Mardoqueo el judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su linaje".
Otro hecho similar aconteció en una de las más grandes y antiguas ciudades de Mesopotamia: Nínive, la capital del principal opresor de Israel, Asiria. Allí, los habitantes de Nínive ante la prédica de Jonás se volcaron, en ayuno y arrepentimiento, totalmente a Dios.
(Jonás 3:5-8) - "Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio los hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértanse cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos". (Cilicio era una vestimenta tipo saco, hecha con tela gruesa, generalmente de color negro, símbolo de arrepentimiento. La ceniza, también era un símbolo de luto y arrepentimiento. Por ejemplo, cuando encontramos a Job haciendo luto por la muerte de sus diez hijos. (Job 2:8) - "Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza").
La universalidad de la salvación se hace patente frente al arrepentimiento masivo de esta ciudad enemiga del pueblo de Dios. Esta actitud impidió temporalmente, el juicio divino. (Jonás 3:10) - "Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo".

El ayuno que Dios no responde
Claramente, las Escrituras revelan la existencia de un ayuno escogido por Dios. Y, por contraposición, un ayuno que no lo es. Una ilustración. Se trata de un hecho que protagonizó David, el entonces rey de Israel. Después de cometer asesinato y adulterio, David afligió su alma con siete días de ayuno, para salvar a su hijo. El profeta Natán le había descubierto su pecado oculto, y si bien Dios le permitió vivir -ya que la ley prescribía la muerte para los culpables, aun si se trataba del rey- le declaró que su hijo moriría.
(2 Samuel 12:22) - "Y él respondió: Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño?". Pero aún así el niño murió.
Otro caso lo vivió Israel. Mientras cometían toda forma de injusticias, tanto políticas como económicas y sociales, ayunaban. Pero Dios les dijo -a través del profeta Isaías- que debían cesar de oprimir al pobre y observar el día de reposo, es decir, debían hacer lo que Él les mandaba, para que sus ayunos fuesen respondidos. El ayuno es nada sin la obediencia.
(Isaías 58:6) - "¿No es más bien el ayuno que yo escogí, que de día el hombre aflija su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová? ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?".
Los motivos y las actitudes son lo más importante en el ayuno. Zacarías recuerda esto con relación a la conmemoración que realizaban los judíos. Hay una advertencia contra el orgullo espiritual y el formalismo.
(Zacarías 7:5) - "Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuándo ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí?".
Estos ayunos que conmemoraban los judíos eran: cuarto mes, captura de Jerusalén en el año 587 a.C.; el mes quinto, de la destrucción del templo en el año 587 a.C.; séptimo, es el Día de la expiación o una fecha que recordaba el asesinato de Gedelías, gobernador de Judá tras la caída y décimo, en memoria del sitio de Jerusalén: 588 a.C.
(Zacarías 8:19) - "Así ha dicho Jehová de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto mes, el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz.".
La restauración de las relaciones con Dios comienza con el arrepentimiento y asumiendo una actitud solidaria hacia nuestros prójimos.

El ayuno en la iglesia primitiva
En la iglesia primitiva, los servidores de Dios sólo tomaban decisiones importantes después de ayunar y orar.
(Hechos 14:23) - "Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído".
Así fue, como la obra misionera se inició. En Antioquía, profetas y maestros, hicieron uso del ayuno y la oración para comenzar la obra evangelizadora con la cual se ha ido predicando a todo el mundo.
(Hechos 13:2,3) - "Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra en que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron".
El gran apóstol Pablo también ayunó después de su encuentro con Jesús y antes de iniciar su extraordinario ministerio.
(Hechos 9:9) - "donde estuvo tres días sin ver, y no comió alimento".
Es importante aclarar que la palabra ayuno, no aparece en los mejores manuscritos de Mateo 17:21 y Marcos 9:29, igual que Hechos 10:30 y 1 Corintios 7:5. En estos pasajes, la palabra ayuno fue interpolada.

El ayuno en la guerra espiritual
El ayuno y la oración pueden influir en la llamada guerra espiritual que se libra en los cielos, en el dominio invisible, en los lugares celestiales. Podemos apreciar esta enseñanza cuando un mensajero de Dios le reveló al profeta Daniel de una lucha muy particular:
(Daniel 10:13) - "Más el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia".
Mientras eso había ocurrido, Daniel había estado luchando en ayuno y oración.
(Daniel 10:2-3) - "En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas. No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron tres semanas".

¿Qué es ayunar?
Ayuno viene del original "tsom". Un día de ayuno es un periodo de tiempo apartado para orar y meditar, sin la provisión de alimentos que satisfaga las necesidades normales de la alimentación. ¿Cuánto tiempo? El necesario, el que Dios te guíe. ¡La Biblia nos relata ayunos de tres, siete, veintiún y hasta de cuarenta días! El tiempo de tu ayuno es el que te propongas íntimamente, en la presencia de Dios.
Ayunar es un ejercicio espiritual, una restricción voluntaria de no ingerir alimentos con el propósito de buscar a Dios. Ayunar es renunciar voluntariamente a consumir alimentos. (En el Antiguo Testamento se asocia con llorar, lamentar o andar vestido de cilicio.)

Ayunar es una acción contraria al primer acto pecaminoso de la humanidad, el acto de comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Implica rehusar voluntariamente a comer lo que es permitido. El ayuno es una práctica bíblica que se emplea frecuentemente. El ayuno, cuando está acompañado de oración, es una señal de intensidad o deseo respecto a una necesidad desesperada o urgente, relevante o importante.

El ayuno en tu vida
Ayunar es emprender la búsqueda, a través de lo espiritual, de un reposo para tu alma afligida. Arrepentimiento, meditación, oración, comunión con Dios. Y, aunque los deseos de nuestra carne batallan contra nuestras almas y los afanes y necesidades de este mundo busquen extraviar nuestros sentidos, sometemos nuestro cuerpo voluntariamente a Dios. El apóstol Pablo dijo "golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre".

Ayunar es comprobar que la oración se vuelve más eficaz.

• Vimos el ayuno de Ana, la profetisa, y el de los israelitas.
• Jesús lo practicó y su ministerio consistió en el poder del Espíritu.
• Los apóstoles y maestros de la iglesia primitiva lo usaron para establecer las bases de las misiones mundiales.
• Moisés, Daniel y Elías obtuvieron revelación divina cuando ayunaron.
• Joel, Isaías y Zacarías profetizaron sobre el ayuno que Dios exigía a su pueblo.
• Mardoqueo, Ester y los judíos del siglo V a.C., que estaban en Babilonia, se salvaron del exterminio ayunando delante de Dios.
• Qué decir de toda la nación de Nínive que ayunó y evitó el juicio del Señor.
• Esdras dijo, junto al río Ahava: "Ayunamos, pues y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio". (Esdras 8:23).
Se revela claramente en estos ejemplos que el ayuno -acompañado de la oración, el arrepentimiento y la obediencia- es un instrumento para acercarnos a Dios, por lo tanto, no debe ser desestimado como una práctica ascética supersticiosa.
Cuando ayunas te olvidas de la comida. ¿La comida? Recuerda que Esaú vendió por un plato de lentejas su primogenitura. También la generación de Noé vivía a pleno los placeres de este mundo, comían y bebían, mientras el juicio se les venía encima. En el desierto, el pueblo de Israel despreció el maná y pidió con avidez carne para calmar su insaciable apetito carnal; Dios les dio codornices más envió mortandad sobre ellos. (Salmo106:15) ¿No estaremos viviendo circunstancias parecidas? Al ayunar nos distanciamos de lo terrenal para ir a un terreno espiritual, de victoria.
Pregunta ¿Qué satisfacción te da disfrutar de tu comida favorita, o la de tu costumbre o tradición? Por ejemplo, ¿Qué satisfacción da, a un argentino, el ritual del asado? ¿El tiempo que tarda en prepararlo y llevarlo a cabo? ¿Qué se fortalece? ¿Qué logramos? Dirás, "Nos saciamos". Está bien, saciar es satisfacer el hambre. Saciaban en el original es "sabe'a", significa estar saciado o estar satisfecho a plenitud. El uso más común se aplica a comer y a beber hasta saciarse. El Proverbios 27:20 dice que dos cosas nunca se satisfacen: el infierno y los ojos humanos.
Cuidado. Adán, el primer hombre, pecó cuando comió el fruto prohibido. Era agradable a la vista. Por esa comida, por ese acto, por ese hombre, el pecado entró al mundo y la muerte pasó a todos los hombres. "Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia". (Romanos 5:17)
Esta búsqueda de los bienes espirituales deja en manos de Dios la provisión de los bienes materiales. (Lucas 11:3 y Juan 6:25 -69). Jesús se identificó como el verdadero pan del cielo y prometió al hombre vencedor que se alimentaría de este maná escondido. Jesús dijo: No sólo de pan vivirá el hombre.
(Joel 2:12-19) -"Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, conayuno y lloro y lamento".
Cuando ayunas, no importa otra cosa que el propósito de tu contrición. ¿Tienes angustia? ¿Hay una urgencia en tu alma? ¿Tienes aflicción? ¿Hay crisis en tu vida? ¡No esperes más! Vuélvete a Dios en ayuno, arrepentimiento y clamor. Despréndete por un momento de las atenciones que le das a tu cuerpo, para derramar tu alma delante del Señor.
Hoy, Dios nos llama al arrepentimiento. El rasgar las vestiduras era una práctica común en los días de duelo y contrición. Simbolizaba un corazón roto y un espíritu herido. Y así como Joel llamó a Judá a lo que ese simbolismo evocaba: corazones dolidos y la confesión de pecados, arrepentimientos; Dios nos llama hoy a nosotros. Aflijamos nuestras almas con ayuno, oración, arrepentimiento, lloro y lamento.
Si estamos en comunión con Él, nunca nos abandonará la esperanza. No importa la magnitud de la crisis. Aún en las circunstancias más extremas podemos volver nuestro corazón al Señor y, en ayuno, oración y arrepentimiento sincero, hallar auxilio y salvación.

(Lucas 5:35) - "Mas vendrán días cuando el esposo les será quitado; entonces, en aquellos días ayunarán".

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