martes, 26 de noviembre de 2013

Lo que el Espíritu Santo enseña


1 Corintios 2:9-13
Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre,  Son las que Dios ha preparado para los que le aman. 
Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 
¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 
nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 
Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.

Dios tiene cosas que ojo no vio ni oído oyó; es decir, que ni el ojo ni el oído reconocen, y no se pueden aprender, sino son reveladas por el Espíritu.

Aprender de Él no lo haces leyendo sino pasando tiempo con Él.

El Espíritu Santo te enseña lo siguiente:
1.- Las cosas que te han sido concedidas.
2.-  Las cosas de Dios.
3.- Lo profundo de Dios.

A falta de comunión con el Espíritu, tenemos muchas bendiciones por perder, pues El nos revela lo que ya nos fue concedido por el Padre.

Además, no se pueden conocer las profundidades de Dios sin tener comunión con el Espíritu, pues sólo El conoce lo profundo del corazón de Dios.

El te dice qué pedir y cuándo pedirlo, pues sabe qué te toca en qué momento.

Las cosas de Dios son sus características, como proveedor, salvador o sanador.

Pero lo profundo de Dios es lo que está en su corazón: como El piensa, qué le agrada, qué le desagrada, etc. esas son las profundidades de Dios.

Algunas de las profundidades que están escritas son:
1.- Sin fe es imposible agradarlo
2.- La comunión íntima con Dios es con los que le temen
3.- El busca adoradores
4.- Dios conoce a los que son suyos
5.- El no quiere sacrificios sino obediencia

De la misma manera ninguno puede amar la obra y recoger la cosecha sin amar estar en su presencia.
Porque para conocer a Dios, es necesario tener comunión con el Espíritu Santo.

El escudriñar tanto el corazón  de Dios como el nuestro, y es El quien nos hace uno con el Señor.

Y, para conocer a su Santo Espíritu, es necesario tener comunión e intimidad con El.

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