Lucas 9:57 a 61
Yendo ellos,
uno le dijo en el camino:
Señor, te
seguiré adondequiera que vayas.
Y le dijo
Jesús:
Las zorras
tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no
tiene dónde recostar la cabeza.
Y dijo a
otro:
Sígueme. El
le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre.
Jesús le
dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú vé, y anuncia el reino
de Dios.
Entonces
también dijo otro:
Te seguiré,
Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.
Y Jesús le dijo:
Ninguno que poniendo
su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.
La docilidad y disponibilidad
incondicional es la base del seguimiento exigido por Jesús.
Esto no se entiende en función
de la relación que tenían los doctores de la ley, entre maestro y discípulo.
Sino desde la autoridad que no
tiene igual, autoridad que no tuvo ninguno de los profetas, sino únicamente
aquel a quien Dios ha dado todo el poder.
Si sos discípulo debes mostrar
a este Señor.
Con tu seguimiento.
Con tu obediencia
incondicional.
Y, con tu entrega total.
Jesús hoy exige esta docilidad
y disponibilidad incondicional, teniendo en cuenta tu situación particular y el
proceso del tiempo que lleva el llamado de Dios en tu vida.
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