(BLS)
Romanos 6.19
Como
a ustedes todavía les cuesta entender esto,
se
lo explico con palabras sencillas y bien conocidas.
Antes
ustedes eran esclavos del mal,
y
cometían pecados sexuales y toda clase de maldades.
Pero
ahora tienen que dedicarse completamente al servicio de Dios.
Para
entender este versículo, debemos saber la posición de un esclavo antiguo.
No
era la misma que la de un empleado de hoy que da una parte de su tiempo en la
que realiza un servicio o cumple sus tareas y luego recibe un sueldo. Cuando
termina su tiempo de trabajo, es libre para hacer lo que quiera. Podríamos
decir que durante la jornada laboral «pertenece» a su empleador y en el tiempo
libre se pertenece a sí mismo.
En
la época del autor de Romanos, el status de un esclavo era muy diferente.
Literalmente, no se pertenecía a sí mismo en ningún momento, todo el tiempo le
pertenecía a su amo. Era propiedad exclusiva de su amo.
Por
eso:
Hubo
un tiempo cuando estabas esclavizado por el pecado.
El
pecado era tu dueño absoluto.
Entonces
todo lo que hablabas era sólo del pecado.
Lo
que tenías en mente: era el pecado.
Pero
ahora aceptaste a Jesús como tu señor y dueño.
Él
tiene ahora posesión absoluta de tu persona.
Ya
ni debes hablar del pecado: tienes que hablar y pensar en términos de la
santidad.
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