Mat. 9:12
Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no
tienen necesidad de médico, sino los
enfermos.
Muchos viven hoy una vanidad, viven en una
sombra, como una imagen, en un mundo irreal—con un concepto equivocado de sí mismos
y de todo lo que los rodea.
Los pobres en espíritu son ricos en el
conocimiento de su verdadera situación.
Teniendo valor para mirar la situación
cara a cara, y poseerla sin malicia, se sienten fuertes en la seguridad de que
“resplandeció en las tinieblas luz a los rectos” y pronto amanece como el día.
Sólo tienes que sentir tu completa carencia, y
entregarte a su compasión.
Los pobres en
espíritu, al igual que los enfermos, se enriquecen con la plenitud de Cristo, que es el reino en sustancia.
Pronto estaremos al pleno goce de una
herencia que ya tenemos.
Si una persona es
consciente de su total destitución y ha puesto toda su confianza en Dios,
entrarán en su vida dos cosas:
1- Estará totalmente
desligado de las cosas, porque sabrá que las cosas no tienen la capacidad de
dar felicidad o seguridad;
2- Dependerá
totalmente de Dios, porque sabrá que sólo Dios puede darle ayuda, y esperanza,
y fuerza.
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