viernes, 3 de agosto de 2012

Para los enfermos vino


Mat. 9:12 
Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos


Muchos viven hoy una vanidad, viven en una sombra, como una imagen, en un mundo irreal—con un concepto equivocado de sí mismos y de todo lo que los rodea.

Los pobres en espíritu son ricos en el conocimiento de su verdadera situación. 

Teniendo valor para mirar la situación cara a cara, y poseerla sin malicia, se sienten fuertes en la seguridad de que “resplandeció en las tinieblas luz a los rectos” y pronto amanece como el día.

Sólo tienes que sentir tu completa carencia, y entregarte a su compasión.
Los pobres en espíritu, al igual que los enfermos, se enriquecen con la plenitud de Cristo, que es el reino en sustancia. 

Pronto estaremos  al pleno goce de una herencia que ya tenemos.

Si una persona es consciente de su total destitución y ha puesto toda su confianza en Dios, entrarán en su vida dos cosas:

1-   Estará totalmente desligado de las cosas, porque sabrá que las cosas no tienen la capacidad de dar felicidad o seguridad;

2-   Dependerá totalmente de Dios, porque sabrá que sólo Dios puede darle ayuda, y esperanza, y fuerza.

La persona que es pobre en espíritu se dio cuenta de que las cosas no quieren decir nada, y Dios quiere decir todo.



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