lunes, 9 de julio de 2012

Cadena de cuatro anillos



Santiago 1:13


Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; 

sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.

Parte I: Introducción


Nadie, al ser tentado, diga: «Soy tentado por Dios.» Pues Dios no puede ser tentado por el mal, y él a nadie tienta.
Si la tentación sirve para probar y perfeccionar, entonces,

¿Es Dios el responsable de todos los que caen en la tentación y naufragan en la fe?

Un intento antiguo de hacer responsable a Dios del mal que hay en el mundo y en la propia vida, para sacarse de encima, en cuanto sea posible, la propia responsabilidad.

En Gen. 3.12 «La mujer que tú me diste me ha hecho caer en pecado».

Este falso argumento dice que Dios te tienta al mal, al pecado. Doctrina extraña.

Vamos a hacer constar en forma incontrovertible que Dios no es responsable de la tentación al pecado, porque Dios, por su esencia, no sólo está libre de toda tentación, sino que es totalmente bueno

Dios es tan bueno que no puede querer ni tomar a su servicio nada que sea esencialmente malo. 

Dios es la causa de todo lo bueno, el Señor y celador del bien, el remunerador del bien y el vengador del mal. 

Por tanto, el Dios santísimo no puede ser la causa de la tentación al mal. 

Toda su actividad tiende a que todas las cosas colaboren para bien de quienes aman a Dios, como dice, certeramente, Pablo (Rom_8:28).




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