Santiago 1:13
Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de
parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a
nadie;
sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es
atraído y seducido.
Parte I: Introducción
Nadie, al ser tentado, diga: «Soy tentado por Dios.» Pues
Dios no puede ser tentado por el mal, y él a nadie tienta.
Si la tentación sirve para probar y perfeccionar, entonces,
¿Es Dios el responsable de todos los que caen en la tentación
y naufragan en la fe?
Un intento antiguo de hacer responsable a Dios del mal que
hay en el mundo y en la propia vida, para sacarse de encima, en cuanto sea posible,
la propia responsabilidad.
En Gen. 3.12 «La mujer que tú me diste me ha hecho caer en
pecado».
Este falso argumento dice que Dios te tienta al mal, al pecado.
Doctrina extraña.
Vamos a hacer constar en forma incontrovertible que Dios no
es responsable de la tentación al pecado, porque Dios, por su esencia, no sólo
está libre de toda tentación, sino
que es totalmente bueno.
Dios es tan bueno que no puede querer ni tomar a su
servicio nada que sea esencialmente malo.
Dios
es la causa de todo lo bueno, el Señor y celador del bien, el
remunerador del bien y el vengador del mal.
Por tanto, el Dios santísimo no puede
ser la causa de la tentación al mal.
Toda su actividad tiende a que todas las
cosas colaboren para bien de quienes aman a Dios, como dice, certeramente,
Pablo (Rom_8:28).
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