Filipenses 1.21
Al morir físicamente, el hijo de Dios pasa a gozar plenamente el gozo eterno de Dios.
La ganancia está en que el consuelo lo recibe directamente de Jesús.
Él enjugará toda lágrima de los ojos de ellos;
y ya no habrá muerte, ni habrá llanto, ni clamor, ni dolor...
Los que duermen en Jesús,
para nosotros están ausentes,
pero para el Señor están ¡presentes!
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